Cuando
me miro en ese espejo hondo y gastado me sacudo; El corazón trepida y clama.
Algo en mis cimientos se estremece, removiendo todo en mi, revelándome
brutalmente en el inevitable derrumbe de mis escamas y mis máscaras. Es este
órgano magro y libre que hace temblar todos mis muros estremeciéndome
salvajemente, corriendo la cortina sin piedad abriendo las compuertas de mi
vida sin preguntarle a la razón que sería si alguien entrara de nuevo en mi
morada, si alguien pasara a mi refugio donde el alma yace desnuda y los sueños
vuelan libres y sin miedo.
El
corazón siente, vive y recuerda; ¡el alma vuela! Y luego grita; le dice a la vida
que el sueño aún permanece, pulsando al ritmo del infinito cantando el tono de
la existencia; la misma sinfonía, el mismo latido, el mismo ritmo, como si el
todo fuera un solo deseo una misma voz, un mismo aliento, un solo corazón. Este
sabe lo que existe y siempre sabe lo que quiere, así como el alma perpetuamente
busca su fuente; El corazón sigue escuchando al infinito latiendo siempre al
mismo ritmo, sin escuchar los balbuceos de la razón. El Alma te conoce, sabe de
tus miedos, tus valores y todos tus rincones, cada arruga en tu faz y cada
cráter en tu pecho, cada ver de tu mirada, cada escudo y cada daga que aun
portas en tu espalda. Mientras sigas buscando, es imposible detener al corazón
o silenciarlo; es como mirar un cielo magno sin luna, abierto y sincero; tanto
tu como el cielo. Completamente estrellado y completamente extenso, y no sentir
esa descarga total que como cometa surca tus entrañas abriendo de pleno tu
pecho para que penetre en ti el infinito con toda su belleza reencontrándose
con tu propia inmensidad; reconociéndose como amantes, cómplices eternos de la
verdad que vive en ti y que solo el corazón puede alcanzar.
Somos
rocío estelar, susurros de infinito, vericuetos del destino parpadeos eternos
de ese rostro que nos mira y nos sublima. Nacimos el mismo instante en que
nació el infinito. Es nuestro hermano, la misma esencia y sin dudarlo la misma
conciencia que hoy te escribe y te recuerda: Que tú también eres polvo de
estrellas.
Si
hace algún tiempo alguien me hubiera dicho lo que percibiría hoy, lo que
sentiría hoy, lo que buscaría hoy, lo que sería hoy; que siempre he sido solo
que no me había visto a mí mismo, le hubiera dicho que estaba demente, que ya
no leyera tanta ficción o que ya no usara tantas drogas o que me invitara a
usarlas. Hoy por hoy en este parpadeo del universo te digo a ti; salvaje
hermano amante del infinito: abraza tu fe en el universo y tu locura dejando
atrás todos tus miedos pues solo así abrirás de nuevo ese portal de donde
saliste y a donde seguramente vas a regresar. Puedes asomarte a él y así puedes
recordar lo que eres en verdad.
…Sí,
¡recuerda! Yo te garantizo que ahí está pero debes usar el corazón no la mente
o la razón; Si recuerdas con la mente solo te confundirás y no pasaras más allá
de tus propios límites. Los recuerdos de lo que eres están grabados en el mismo
infinito de donde provienes.
Oh
Sí, ¡el corazón tiene memoria! Así como el Alma es conciencia pura y es en ella
en la que existes; todo és y todo eres.
Recuerda…
<K>
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