miércoles, 4 de junio de 2014

¿Por qué tocas mi mente secretamente?
Llegas, tácita, escondida, invisible
atraviesas de puntillas este frágil crepúsculo 
que se embriaga hasta la locura con solo husmearte.
Quemas mi noche con tus ojos pardos
que arrojan llamaradas
y encumbras las furias, los deleites,
y esta impaciencia sin fin
que incinera lo que toca,
y engendra en las sombras
un rayo de luz inhóspita y titánica
…Que se mueve, que acaricia mientras es 

El universo concede y se derrumba ante el destino 
como un castillo que cede al tiempo su grandeza.
De las ruinas renazco,
y permanezco con el semblante despojado de mis gestos más perversos. 
Desierto, árido, despellejado…
Sobre el peñón colosal de la afonía,
como un ermitaño exiliado
como un verso incompleto que se enfrenta
contra invencibles ejércitos,
contra un tiempo que se jacta de su silencio

Existencia ardiente,
¿a donde me llevas?
No deseo tu realidad,
tu desquiciada lucha.
¿A qué me orilla esta disputa insuficiente?
No existe mortal capaz de sujetarte
Sed que bebe y no se apaga,
fuego que todo lo consume,
alma que no existe entre el cielo y la cornisa,
pero arde al nombrarte como arden las estrellas.
Con un íntimo fuego inmutable y perpetuo, me eternizo…
Pero resistes los embates del olvido,
Lamento avejentado, ensueño despojado
y levantas en mis ojos tu manto solitario.

Remontas desde la profundidad de mis instintos,
desde el eje inalcanzable de mi alma,
ahí donde el sol se muestra deshabitado, declinando su faz escarlata,
donde tu perfil dejo su alcoba,
donde guardo obligado tu memoria,
lívida, amorfa, apartada… 

Tu deseo me incita, tu gobierno me aprisiona
desterrando lo que no cede, lo que no se marcha,
lo que no entra a tu boca furiosa.
Ahora sólo tú vives en mi morada.
!Tú! Esencia sin principio, nómada sin rumbo,
que deambulas indiscreta por mis cuevas. 
Hambre furtiva, delirante, inmutable…

Sacuden mi pecho tus espectros
Despiertas con un alarido silencioso,
que te recorre desde el núcleo desnudando tus apetitos,
Es ahí donde enciendes mi rostro,
y creas en mis ojos un brillo incandescente,  
una verdad que permanece, manantial inagotable.  
Descubro la tierra y te acaricio,
ardor impar, fusión arcaica que empalma nuestras fantasías
unión de mi aliento y de mi verbo,
y acepto la batalla que me espera
¿y mi cuerpo?...
¿En donde esta mi vientre, mi pecho, mis manos?
Enlazadas a esta tierra, a este momento
Intacto y puro, sediento…  

Se eclipsan mis ojos,
traspasados por la visión de imágenes enfrentadas.
Sueños gemelos que se pierden al buscarse 
cuando los más subterráneos, permanecen en el fondo,
dando brote a un violento balbuceo,
alas que anhelan un cielo más oculto y denso.

El sol sombrío
que nos desgarra a la primera mirada,
nace del mismo infinito, oscuro, solitario…
¿En que distancias emerge? Opaco, desnudo, ardiente. 
¡Es la cresta que nos lía al mundo!
Son sus torrentes negros, lascivos, soberanos    
que se hacen de la noche
y sus secretos.
Voz y silencio son instantes paralelos
esgrimidos por la espada de un momento tan sediento

Insiste el verso en existir
más allá del borde, del tiempo, de este contexto efímero y etéreo.     
Sólo soy porque tu eres,
y mis labios y mi lengua se crearon
para hablar de tu presencia
y tus secretos, y tus susurros, palabra por palabra
impalpable y absoluta,
Derrocando El temor de mi alma.

Estás tan sólo en un murmullo,
pero en tu silueta se supone el mundo
y tu imagen acaricia la distancia con su sigilo.
Desgasto el silencio al tocar tus muslos,
al límite de la piel, a la orilla de tus sueños,
donde la tiniebla de la ausencia penetra ávida en tus adentros
donde pacta esta fe libre y encumbrada,
ansiosa aún de demoler tus vastas murallas
y resucitar lo que toca,
con el universo, impávido
y siempre creándose a sí mismo,
porque no se detiene,
ni se limita en lo que engendra.

Llévame, más allá del tiempo,
llévame entre tus anhelos,
llévame ángel de fuego, hasta quemarme y devorarte mis cenizas
llévame hasta el lado oscuro de este sol que aun no muere
Despiértame del sueño,
hazme delirar tu delirio,
unge mis ojos con tu bálsamo liviano,
para que al mirarte, me mire en tus adentros.




 <A. Carrera>

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