!Morimos
en mi alcoba¡ entre jadeos y versos,
en
mi cama mientras estallas en luces,
en
el instante que nos convertimos en amantes
doblando
el placer o, ¿es
el placer el que nos dobla?
en
la cama en la memoria, en tu silueta
donde
baila mi lengua por tu piel,
en
ese lunar con forma de estrella,
y
los suspiros, los resuellos la humedad,
los
rincones donde mi boca vuela
acostumbrada
a tu vientre, a tu sabor, a tus labios
y
todo cuanto te sé, cómo me sé yo mismo.
Renacemos
en ese silencio que le he robado al viento
para
que estés en mí, dentro mío, a través de mi
y
en el momento en que el viento vuelve
es cuando
vierto mi olor encima de tu agonía.
Para
que me respires, para respirarte.
Es así
como nos conocemos verdaderamente.
Lejos
del mundo, exiliados como sueños paganos
que
se sueñan a sí mismos, solo para soñarse
en
un abrazo interminable, en un mundo distante.
Morimos,
lentamente y sin pensarlo, sin esperar renacer. Entre nosotros solo la desnudes,
el sueño magro en nuestra piel, solo el deseo ¿y, adentro?
Quien
sabe que hay adentro,
una
mezcla de ardor y miedo que nos calcina,
una
promesa abandonada, un par de alas extendidas
que
nos llevan hasta el sol,
una
mirada húmeda y esquiva
que
transporta al limbo y descubre el corazón.
Y
aun así renacemos en esas sabanas púrpuras y opiáceas que hipnotizan y
desgarran
nuestro
vientre, nuestro pecho, nuestra alma
que
no grita ni calla, solo mira…
…entre
tus muslos suculentos y despiertos,
en
tu piel interminable y plena plagada de fantasías carmesíes y lunares portentosos
que desafían al mismo tiempo.
Agonizo,
en el lecho de mi lascivo apetito, en tu mirada de incertidumbres y espejismos lúbricos
y perpetuos. Sucumbo ante mí, ante ti, ante el momento
en
qué cuerpo a cuerpo nos volvemos céfiro
Y
después, tormenta, océano, nimbos, ¡seres alados que se encumbran mientras
caen! mientras gritan y palpitan como un solo corazón enloquecido Hasta dejar
unidas nuestras heridas, nuestra mente, nuestras
manos,
nuestros
sueños, aunque sea por un instante nuestras almas, nuestro todo…
El
instante ha terminado
La
realidad nos ha alcanzado
Y
con ella, ha llegado el cancerbero.
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