El deseo
aparece libre como avalancha púrpura,
como
sombra de silencio, como luna roja que te mira mientras arde.
Se
parece al huracán que arrasa las costas sin piedad, sin lamentos, sin aviso y
sin tiempo, sin marcharse de verdad. Resucitando tormentas remotas, es sincero
y fiero, extenso y excéntrico. Incontables miradas se han desviado por su tacto,
insondables gemidos se han vertido en una fuente de borrasca trémula y carmesí
o marejada incendiada.
Es
como el astro, el crepúsculo, la madrugada. Todos al mismo tiempo. Un incendio
imparable, aguja inmensa y lúbrica que nace en la sangre.
Yo bailo
en silencio por donde gritan los cráteres
que
quieren llenarse y callan las vetas que buscan vaciarse.
Archipiélago
de estrellas y besos versos. Voy entre aullidos llenándome de espacios y versos.
Escucho
los ecos de las aves que caen cuando vuelan por vez primera, de brunos vástagos
y cómplices níveos que sangran al amar.
Yo vuelo
buscando el silencio. De mí, del mundo, de todo el universo. Tu ávida soledad
me guía a través de principios y fines que no saben que son el mismo instante
…y
esa señal de infinito que predomina en mi camino.
Contemplando
mi todo, hurgando en mi nada, llevándome más allá, por el rumbo de los nimbos,
el deseo
a la cornisa, el murmullo del abismo.
Muéstrame
tu silueta palpitante de ensueño libre y salvaje. Cómo nacen tus milagros, cómo
estalla tu sonrisa
cuando
tus finas caricias siguen pulsando haciéndose crepúsculos y desfalleciendo
madrugadas violáceas y en tus largos sueños las cambiantes nubes.
Yo divago
en los muros encontrando vetas resplandecientes y espejismos lúbricos que se
hacen con los huesos y, tu reflejo de viento tenue, tu llanto de fiebre.
Yo
voy por el sueño, por la épica locura
que
revienta corazones. Río de fuego y distancias que se miden en piel y mares
Pero
el deseo es sombrío, es muerte, es olvido, es sangre clara que se seca al
tocarse resignada y sedienta: el amor es arcano,
es
una luna azul, larga noche sin culpas,
río
de inmolados impávidos y reflexivos, grotesca
y bella
perversidad hija de una Musa
que
todavía gotea lágrimas y semillas,
Plegarias
inequívocas, exorcismos y castigos.
Te
busco en el diluvio creador de...
...ímpetos,
por
la sequía silente creadora de albas y tinieblas.
Agustín
Carrera Ayala
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