Del lado oscuro de la luna vuelo.
Surcando precipicios por una senda incierta
Me precipito hacia lo extraño retomando mis temores y mis sueños.
Desbocado en el vórtice de este tiempo insólito y absurdo,
me regreso frenético solo para preservar mi corazón
al que encuentro fantaseando enloquecido
en medio de un extraño torbellino sin final y sin principio.
Con las alas extendidas contemplo la entrepierna del crepúsculo,
justo ahí donde la luz se vence sometida por el estrépito lascivo de
las sombras
Estirpe llana que destila sueños púrpuras y latidos jacobinos,
tan profundos e intensos como ese salvaje alarido, ese grito de olvido.
Perenne sacrificio de mis grietas, de mis palabras danzando entre la
niebla.
Me extirpa el sueño de mi piel, de mis ojos y mis venas,
me convierte, me lame y me penetra con su lengua huraña, sinuosa,
extranjera.
Mientras miro de reojo mis cráteres y mis recodos… Sonriendo.
Me desnudo y me observo lentamente, recorriendo desde mi voz hasta mi
vientre, para encontrar con placer y con demencia lo que hay bajo mi
piel,
bajo mis párpados, entre mi alma amarrado a mis fondos,
mezclando el brío de mis latidos con el céfiro del infinito.
Fantasía blasfema fugitiva de las huestes de esta tierra…
Que se estrella, que se marcha y que se quiebra contra esta maza de
papiro,
fraguada al cielo en la forja del destino.
Ensueño etéreo,
Peregrino, prisionero, profeta ufano
grabado en pergamino.
Sin saber por qué, ni cuando, deslumbrado por su brillo,
me engancho a ese prófugo exiliado
y amarrado al juramento de ser más que un espejismo
me extravió dentro del sueño,
para un día de madrugada
darme cuenta aquí en mis vetas
que ahora soy ese brillo,
que me he convertido en incendio,
que ahora yazco entre las nubes,
que revelo mis sombras y mis fisuras, explotando desde mi núcleo,
creando al vuelo mis alas y mis sueños.
<K>
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