Mientras en la sima del origen se desgasta el vientre palpitando sueños que eyaculan realidades parcas y verdades absolutas. Inocencia prohibida, futilidad en las formas que se mezclan indistintas sudando mares de lujuria.
¡Detona! la madrugada entre incipientes alaridos y temblores exquisitos, perpetrando diablos feraces y dioses ya perdidos en las añales calendas de instintos escondidos en un mundo temeroso, en un tiempo donde el hambre por tu carne usa un antifaz sin nombre y la sed por tus gemidos es un lamento prohibido.
Soy el deseo del destino tatuado en el infinito, soy la daga que penetra tus temores, tus codicias, tus sueños y tus rincones. En la faz de lo prohibido, con el pecho destrozado y el corazón dividido.
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