lunes, 7 de julio de 2014

El Eco del silencio

<EL ECO DEL SILENCIO>


La primera vez que escuche al silencio. Estaba buscando sombras escondidas en la alcoba, estaba lamiendo sueños atrapados en los rincones de mi mismo, estaba persiguiendo esos ecos violáceos y frenéticos que simplemente rebotan y rebotan, hasta transformarse en formas salvajes y autónomas que se acarician y se muerden. Parpadeando como luces cansadas al reflejo de una calle húmeda y distante. Si, la primera vez que escuche el silencio, este se hizo de mi pleno retomándolo como alma que retoma un cuerpo, como luz que irrumpe en la oscuridad, transmutándola, como tiempo que ultraja, como gota que divaga, a través de las tormentas.

La primera vez que escuche al silencio, me escuche a mi mismo. No era un susurro ni un secreto, no era un soplo ni un lamento. Era un descomunal alarido, que nacía en mis entrañas y crecía portentoso por mis huesos, por mis ojos, por cada uno de mis momentos, tan pesados como etéreos. Íntimos, húmedos como tu sexo, y tan secos como un lejano desierto. Derrumbando todo, flagelando al verso, evadiendo al tiempo.
En la intrínseca visión de mi mazmorra el viento corre, el mar aúlla, el fuego empapa. ¿Y la voz? La voz renace de las ruinas de esos ecos que escaparon del silencio. Cómplice pagano, poeta profano que desnuda la locura mostrando al hado ensimismado y al espacio, lleno de vacío.



<KIRVA>


                                                                        






                 

No hay comentarios:

Publicar un comentario