razón perversa que corrompe realidades,
pagoda de mis deseos que se derriten
entre tu ombligo y la luna,
esa voz lasciva, creadora de estrellas
y de abismos que vuelan.
Allí se embriaga el alma,
del fuego que quema las alas.
Hundo mi ser en tu ser,
guardo mi memoria en tu memoria
es la danza de las manos sin destino,
susurros ufanos, mi lengua divaga...
¿quien controla al viento?,
es tu vientre el que penetro
con la daga que arranco de tu pecho.
Resucitan demonios de mirada pagana,
buscando tu faz escondida en las sombras,
con tu vestido rojo y tu piel descarnada
¿donde yace el deseo?,
es tu aliento que se mezcla con el miedo y el silencio
entre pálidas brumas y sueños turcos.
Se abre la carne...
mientras alimento al momento
oscuras profecías rojas, de fuego
eyaculan por mis venas, por mis poros, por mi aliento
desgarrando con las uñas suavemente la cordura.
Es tu cuerpo el templo,
lugar de origen y lamento, esencia que renace
belleza que hiere
perforando al tiempo,
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