Un sueño de cristal, una trémula balada, una risa, un ocaso, una lagrima voraz, una dulce puñalada en el pecho y en la espalda. Se ha quedado el profeta sin su báculo sagrado, se ha vestido de presagios que lo salven de su engaño haciendo alarde, pues la conciencia le arde. Días funestos, días oscuros, sin el cantar de las aves, sin el placer del augurio y el corazón ya sin sangre.
A la salida de esta su vida, se regodea y se mira. En su reflejo no hay sombra, no hay verdad, no hay demora. va pisando, va cayendo, va buscando a lo lejos, un amante que en secreto la existencia le arrebate
AgUsTiN.
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