miércoles, 25 de junio de 2014

<ReNaCiMiEnTo>



Allí, donde fenecen los contornos, las sombras se desvanecen. Donde aguarda el mutismo. Conquisto fieramente y preño a la noche, a la luna, al silencio con palabras que respiran y me miran confundidas, hambrientas, esperando aguzar de mis secretos, de mi voz, de mis sueños. Nuestros ríos desembocan ferozmente hacia los cielos, ¡arrasando lo que tocan, arrancándome los dientes!  Se sustentan de esa agua tan profunda que es la que nace entre mi pecho y mi vientre. Mientras yo espero entre las nubes a que caiga la borrasca.

Renazco al sol y entierro el eco de la noche que se marcha entre jadeos. El día resurge y se levanta en su lecho incandescente. Me recorre la piel con susurros diáfanos en un mundo ensoñado. Sostengo al tiempo entre mis sueños, solo para lamer las nubes, a la distancia, al espejismo, a mi mismo, mientras aun permanezco flotando desnudo más allá de los límites del viento. Utopías que desfallecen y vacilan frente a la luz que se muestra poderosa, resplandeciente, eterna.

Y así en un instante la noche muere, el sol devora a esta frágil madrugada, la celosa realidad irrumpe estrepitosa quebrando las nubes, quebrando las sombras, quebrándome a mí.  Ascendente de las quimeras solares, de los disimulos inmutables, de las auroras que penetran por la carne hasta encontrarse libres bajo la tez arañando sus latidos.


Allí, donde los senderos se cruzan, donde acaba el sonido. Intento enloquecido. El alma que me crea, la mano que me escribe, el ojo que me observa, la lengua que me prueba Renazco al  parpadeo que me concibe, mi análogo; y al momento, mi espacio. Continuo escalando mis pendientes, volando mis abismos, descubriendo mis rincones
Contra la elipsis y el tumulto traza la Señal de un sueño en libertad, que se inventa a si mismo y renace como el sol con cada verso que es escrito.




A. CARRERA





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